Papel y boli

En un mundo dominado por lo digital, hoy escribo estas líneas para animarte a redescubrir una poderosa herramienta. Sencillamente brillante, sorprendentemente innovadora, y además es offline:

la escritura a mano.

¿Te esperabas otra cosa?

Bueno, es la prueba de que todo lo bueno ya está inventado y de que a veces dar un paso hacia atrás nos puede dar la perspectiva necesaria para poder seguir avanzando en la dirección correcta.

Voy a hablar de cómo algo tan sencillo puede transformar tu día a día y de cómo ha cambiado mi vida.

Y para ello, me voy a centrar en cuatro de los aspectos que más relevantes encuentro dentro de todos los beneficios de escribir a mano:

  1. Escribir a mano es una potentísima herramienta para conocerse y regularse a uno mismo.

  2. El maravilloso silencio mental que queda después de un rato escribiendo.

  3. Cómo escribir a mano nos ayuda a mejorar la memoria y a aprender más, mejor y más rápido.

  4. Y lo bien que sienta el ayuno de lo online que hacemos cuando decidimos dedicar un rato, cada día, a escribir.

Cuando era pequeña, escribía un diario.

Me encantaba rellenar agendas, tomar notas, ir narrando los hitos importantes de mi vida en libretas, folios o post-its.

Creo que siempre he usado la escritura como herramienta para soltar, expresarme y sanar algunas heridas.

Sin embargo en algún momento, no sé muy bien cuándo, abandoné la escritura.

Y creo que una parte de mí se fue con ella y se perdió.

Volver a escribir, a llevar un diario, a ir tomando notas, mensajes hacia mí misma… ha sido una de mis maneras de acercarme a esa Mamen perdida e incomprendida.

Coger un papel y un boli y atreverme a dejar salir mis emociones y mis pensamientos en forma de palabras sobre el papel resultó ser liberador y, como sabes, ha contribuido a que puedas estar leyendo esto hoy.

También resultó ser doloroso.

Porque las heridas empiezan a salir, y empiezas a ver cosas de ti que gustan menos, o que no gustan nada. 

En el papel empiezan a aparecer cosas de ti que no quieres ni mirar, que mejor dejarlas en el fondo del cajón, ahí, sin luz.

Pero poco a poco, llevando un diario, pude acercarme a mí y entender cosas que de otra forma creo que nunca hubiera llegado a ver.

Por eso recomiendo que, si no lo haces ya, te plantees empezar a llevar un diario.

No hace falta que cada día escribas un libro, con pocas palabras bastan. Es simplemente una libreta que represente tu espacio seguro contigo misma.

En la que puedas expresarte con sinceridad y simplemente dejar salir todo eso que llevas dentro.

Julia Cameron, en su libro “The Artist’s Way”, propone lo que denomina “las páginas matutinas” en las que, sencillamente, dejamos salir de nuestra cabeza todo lo que brote y lo ponemos en palabras. Sin pensar. Es un ejercicio liberador que nos conecta con nosotros mismos, con nuestra creatividad y que aporta mucha claridad mental.

Y esto me lleva al siguiente punto: el ruido mental.

Tareas, sueños, recados, compromisos, miedos, planes…

A veces mi cabeza suena como un zoo a la hora de la comida.

Al igual que nuestro cuerpo puede cansarse e incluso fatigarse si lo sobrecargamos de actividad sin el descanso necesario, nuestra mente se agota.

Y, peligro, la mente agotada toma malas decisiones.

Hasta que se toman, las decisiones no son más que pensamientos, y los pensamientos son como el jabón, se escurren.

¿Te imaginas cuántas ideas brillantes nunca verán la luz porque el pensamiento se esfumó?

Poner los pensamientos en papel es la manera de darle descanso a nuestra mente, silenciar esos gritos mentales y evitar que se fatigue y, además, evitará que tus ideas más brillantes caigan en el olvido.

Así que, para mí, llevar un diario no es solo un acto de reflexión, sino que también es mi herramienta de organización.
Al planificar y registrar mis días, semanas y meses, los veo con más perspectiva y es más fácil cumplir con los plazos que me propongo.

Aunque inviertas algo de tiempo en hacer esto, sorprendentemente, terminarás teniendo más tiempo libre para hacer esas cosas que merecen ser escritas en el diario de tu vida.

Y hablando de diarios, ¿alguna vez has leído algún diario que tenías cuando eras pequeña?

Si lo has hecho, seguro que has revivido recuerdos que creías que tenías olvidados.

Eso es porque escribir a mano fortalece nuestra memoria.

Al escribir sobre nuestras experiencias, no solo las guardamos en el papel, sino también en nuestra memoria a largo plazo, creando un archivo personal de nuestras vidas.

Escribir a mano implica una coordinación compleja de habilidades motoras y procesos cognitivos en los que se activan áreas del cerebro relacionadas con el aprendizaje y la memoria mientras que al teclear en un ordenador, se usan movimientos limitados y repetitivos que solo empobrecen las relaciones que se establecen en nuestro cerebro entre lo que estamos escribiendo, lo que pensamos y lo que sentimos.

¿Y qué me dices de lo liberador que es no necesitar internet, conexión ni batería para poder organizarte, expresarte y conocerte?

Vivimos patológicamente conectados, y el papel y el boli son un acto de rebeldía diario que puedes hacer para salir de tanta tecnología.

Para mí, coger papel y boli y escribir es mucho más que palabras en un papel.

Es una ventana a mi interior, una forma de conocerme y de organizar mis ideas.

De tener claridad mental. Y, sobre todo, de preservar esos recuerdos que, en definitiva, me construyen y a los que, en el futuro podré acceder gracias a todos mis cuadernos y libretas.

Qué, ¿te animas al papel y boli?

Gracias por leer.

Mamen

 

El camino del artista (The Artist’s Way), Julia Cameron, 2011, Ed. Aguilar.
The Bullet Journal, Ryder Carrol, 2018, Ed. Planeta.
Céntrate (Deep work), 2016, Cal Newport, Ed. Península.

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